jueves, 5 de julio de 2012

Conviviendo con Annie


Yo era la mejor...

O así me sentía. Así aprendí a amar lo que hacía. Así aprendí a exigirme más y más, y así llegué a sentirme superada mientras comparaba mi hoy con mi ayer. Escribir, bailar, seducir al público así mi cuerpo no seduzca ni siquiera mi propia conformidad, enamorarme de mi escenario, dominarlo, prenderle fuego a mis bailes, profundizar mis escritos...
El truco está en adaptarse a la idea de que "yo soy lo mejor", sea o no sea cierto. Todavía lo siento.
Sin embargo, tratar de ocultarme tras esa idea, puede ser un poco fuerte, ya que la mente humana tiende a conservar más de las cosas malas, que las buenas. Así que el método de sentirme la mejor me costó muchísimos años de dominar con facilidad.
Yo bailo, escribo, siento mi música, y siento todas y cada una de mis frases y lecturas también.
Sin embargo, mi nueva amiga no me permite ya hacer esto. Ella se llama Anemia. Pero yo le digo Annie. Es una enfermedad. Aunque no sea considerada exactamente una enfermedad, sino una deficiencia, así es como yo y mis íntimos la tratamos.
Annie es mi actual compañera, y no me ha dejado sola por un momento siquiera. Ha provocado tantas cosas en mí... Digo que Annie es mi amiga solamente porque es la única que está siempre conmigo. Esto no quiere decir que ella sea buena. No, no, Annie no es buena.
Annie ha logrado hacer llorar a mi madre, que me veía acostada en mi cama, con la fiebre más arriba de los cuarenta grados. También a mi padre, que me encontraba vomitando la bilis más horrenda que se hallaba en la parte más llorona de mi hígado. Pffffft... ¿Qué borracho en su vida ha vomitado bilis pura, tal y como Annie me ha hecho hacer a mí? Dos semanas de fiebre, dos semanas sin bailar, sin poder cantar, sin escribir casi y con hemorragias nasales.
Sí, aquellas en las que sin motivo alguno, te comienza a sangrar la nariz incontrolablemente. Méndiga enfermedad, nadie quería que vinieras. Triste que por más que quiera, por más que trate, mi estómago cerrado no me permite comer para curarme. Mis papás lloran, se espantan, se horririzan y se sienten derrotados cada vez que oyen pronunciar de mi boca las palabras "No tengo hambre, gracias."
Damas y caballeros, pero por sobretodo damas, quiero que estén enterados de lo siguiente.
¿Saben quién fue el causante de la llegada de Anemia?
La humillación... La vergüenza... Gracias a ellas, Annie está aquí. 
Claro, mírenme bien. Soy gorda, es obvio que en algún momento de mi vida fui víctima del "bullying". Pensarán que son cosas de niños, supondrán que no me afectó. Sin embargo, heme aquí hoy. Dejé de comer por muchísimo tiempo, mucho más que esos simples y antiguos cuatro días que pasé sin probar un sólo bocado. Comparado con esta ocasión, aquello fue una tontería. Cosas de niños. O más bien, de niñas. De niñas también afectadas por este virus llamado "vergüenza". 
¿Ahora ven? Sí me afectó.
Aquellas veces en que niños y adultos me trataban como a una niñita gorda, lograron que hoy esté aquí acostada en mi cama, tratando de que no se me pierda la vista en esta sopa de letras, mareada y sin poder caminar, ya que al pararme corro la inmediata posibilidad de marearme, perder la visión y caerme... Otra vez...
Repito: Méndiga enfermedad. A ti nadie te llamó y estoy esperando que te vayas lo antes posible. No me has dejado bailar, no me has permitido leer, y hasta me perdí de estudiar por tu culpa. 
¿Ahora entienden por qué el orgullo a veces no es tan malo? Si hubiese sido criada como una niña orgullosa, de mala educación, inmoral, mis oidos hubiesen estado completamente sordos ante aquellas palabras que hoy dejaron una marca tan profunda en mí. De ese modo, yo no estaría enferma, y con el autoestima tan decaído.
Sigo insistiendo: Valórate. Eres lo que eres porque así la vida lo quiso. Tienes salud. Ella te permitirá trabajar tu cuerpo hasta que estés conforme con él. Te repito: Valórate. Valórate, que el no hacerlo trae consecuencias, y aquí estoy yo escribiéndoles mientras me limpio la sangre que me chorrea de la nariz por culpa de Anemia. Vuelvo a repetirles que el hecho de ser personas sanas, fue entregarles en bandeja de plata la llave a un mundo de oportunidades, y a un destino incierto que ustedes mismos irán escribiendo a través de los que serán sus largos años de vida.

No olvides eso, y así todo será más fácil, tendrá más sentido, y motivación no te faltará. 
Mientras tanto, yo jugaré con Annie... O no sé. Tal vez decida pelear con ella para que finalmente se enoje, se rinda y se vaya. Dejaré la escritura hasta aquí ya que el dolor de cabeza no me permite seguir, estoy mareada y se me está empezando a perder la vista nuevamente.



"Dios" los cuide.



Sabrina A. Jackson Gallagher

No hay comentarios:

Publicar un comentario