lunes, 7 de mayo de 2012

Edenia (Introducción)


(ATENCIÓN: Esta entrada, es tan sólo el inicio de la historia. Es la introducción. No está terminada. Lo que quiero es alguna que otra opinión acerca de ella, para ver si les gusta, y saber si la voy o no a continuar. Gracias.)



Probablemente encuentren que en esta historia, muchas cosas no coinciden con otras. Desaparezcan todo tipo de lógica de su mente para poder leerla, ya que aquí, las cosas no poseen ni mínimo grado lógico, así que no intenten buscárselo, porque no lo van a encontrar. Pero eso es lo lindo de Edenia. Nada tiene sentido, pero sigue siendo hermoso. Sólo déjense guiar por lo que es Edenia: Un bello paraíso, sin sentido, sin lógica. Eso es lo que necesita la humanidad. Dejar de hacer preguntas y disfrutar. No les pido que cambien el mundo. Sólo que se mentalicen para poder entender lo precioso y mágico de este cuento. Sientan la historia así como la sentí yo cuando la escribía.
                                                                   Muchas gracias.
                                -Sabrina A. Jackson Gallagher-
                                             Disfrútenla.

Edenia

Érase una vez, en un hermoso paraíso natural que existía mucho más allá del planeta al que llaman Tierra, una jóven con apariencia de adolescente, cuya vida estaba basada en ser libre. Aquél lugar era "inexistente". Existía pero a la vez no. Era algo tan hermosamente absurdo, que muchos debían atreverse a imaginarlo, y ninguno se atrevía a creer que era real, así sea en cualquier otra parte desconocida del infinito.
En aquella preciosa existencia, en aquél habitat paradisíaco, todo era precioso. Todo fluía. De aquél cielo lila, caía una cascada celeste, casi transparente, que llegaba a un lago lleno de sirenas del tamaño de una mariposa. La que debía ser espuma al final de la cascada, caía en forma de cristal roto de un diamante, que pronto se deshacía y formaba parte del transparente y azulado lago. Todo estaba rodeado por árboles de hojas verdes muy brillantes, que cambiaban su color cada cinco días. La grama del lugar era como pisar algodón color verde. Allí, no había nada que lastimara. Edenia tenía la piel azul celeste, y era resistente a todo. Por eso ella nunca andaba sucia. Todo se le resbalaba. No había forma de que algo la hiciera sentir mal, por lo tanto, era ciegamente feliz. No había fuerza de mala vibra que la alcanzara. Era un lugar en el que todo brillaba. Las aves y las mariposas que por allí pasaban, titilaban como luciernagas, y volaban zigzageando en el aire. Edenia se quedaba despierta algunas noches, persiguiento las titilantes mariposas e intentando atraparlas. Ella nunca tenía sueño. No sufría por hambre. Cuando dormía, era más por costumbre que por necesidad, y siempre con la viva esperanza de tener un sueño, y que algo mil veces más hermoso que la realidad en la que vivía, pasara por su mente. Este precioso mundo, quedaba demasiado lejos de lo que consideramos humanidad. 
También habían montañas, a las cuales sólo tenías que pegar un brinco para llegar a la cima, y podías tardar media hora terrestre en bajar de ella corriendo, y al final de la bajada, siempre ibas a resbalar por una superficie, e ibas a caer en espuma de colores, y sin saber ni cómo ni por qué, ibas a volver a aparecer en una cama de flores. Edenia amaba el juego de las montañas. 
En fin... Todo era maravilloso. La rutina de Edenia nunca era la misma. Habían tantas cosas para hacer, que a veces eran las ganas de seguir jugando las que no le alcanzaban. Cuando se aburría, sólo se acostaba sobre la suave grama, y miraba al cielo cambiando de colores, hasta que el color azul invadía y se mantenía fijo en el firmamento, y las estrellas salían a pasear por el cielo. El movimiento de estas, se veía como una hermosa y majestuosa danza de aquella desconocida galaxia. A veces Edenia alcanzaba a llamar a alguna de las estrellas y se sentaba a conversar con ella. Le encantaba escuchar los relatos de las señoras estelares, que le contaban sobre otros mundos, llenos de seres maravillosos, como los humanos. Algunos eran como ella, pero de otro color, y otros eran los llamados hombres, con el cuerpo más grande, el cabello corto, y sus particulares facciones. Además de los variantes colores de su piel, y ojos. Ella se sorprendía e intentaba imaginar a los increíbles humanos. Las estrellas le comentaron muchas veces que en el planeta tierra, existían las mágicas medidas de tiempo. Era una ley del planeta Tierra que Edenia nunca había entendido, ya que en su mundo, las medidas de tiempo no existían. O tal vez sí, pero ella era inconsciente de eso. Siempre supuso que era un simple cuento de los cielos. A Edenia le parecía increíble que en otra parte de la existencia, hubieran ocho mundos redondos que giraban en perfecta órbita alrededor de un sol, y que este los alumbrara con su luz. Pero otras estrellas le contaban historias de terror del espacio. Que en la galaxia, habían enormes estrellas que explotaban. Eran llamadas supernovas. Lo más hablado, eran relatos sobre el planeta tierra, así que opr un tiempo, Edenia pensaba que lo más interesante que había fuera de su mundo, era aquél hermoso planeta, pero ni siquiera estaba segura de su existencia. La señora estrella se despidió, y siguió danzando en el firmamento.



(Este NO es el fin de la historia. Comenten, opinen, y yo veré si la termino o no)

Paz.

-Sabrina A. Jackson Gallagher-


4 comentarios:

  1. Hola Sabri, soy Dany. Está muy pero muy buena tu historia, vas a ser una gran escritora exitosa seguramente, tenés futuro!. Es hermoso el cuento ♥ beso :) dany

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  2. ¡Graciaaaaaaaaas preciosa! ¡Te extraño muchísimo! Un besito, me levantan el ánimo tus comentarios.

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  3. ola sabrina soy maleja y qeria saber si tu sigues con el blog para participar en el , porque que vale participar si ya no lo usas no , bueno vendiciones adios!! me respondes!!

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  4. Hola Maleja. La verdad es que no es un blog de varias personas, sino mi blog personal, por eso prefiero manejarlo yo sola.
    Gracias por interesarte, ¡saludos!

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