sábado, 8 de marzo de 2014

Diosas

Es la magia que hace falta en todos lados.

Necesita esta casa con urgencia, el baño de risas de hada, el calor del amor recorriendo estos pasillos. Que a través de esas frías ventanas, pase cálido y sutil el aliento de Dios inundando de sol naciente. Hace falta aquella tierna presencia, ese dulce fantasma enamorado que atraviesa los corredores levitando sobre sí mismo revoloteando e irradiando su alegre luz. Eso es, ahí está el secreto, lo que ellos buscan, lo que nosotros buscamos.



En ese pecho de Diosa es en donde se encuentra el latir que acoje a los desolados, ahí es donde se encuentra el alivio del corazón doliente, el canto que tranquiliza al niño que llora. Es la fuente pura del agua de luna que lava heridas, la Tierra que late por los corazones cansados. Canción de cuna, agua de luna, néctar de la vida, sutil fragancia. Es agua, fuego, Tierra, viento, es puro amor; es donde Dios manifiesta su regocijo, y por donde expresa sus dolores, es la sensibilidad. Es la fuerza del caído; danzar de flores, escudo del débil. 



Es la luz, la Diosa y el poder; la maestra y la enseñanza; la canción y el cantor; el ave y el vuelo; la protección, el amor y el Universo.



Eres posibilidades infinitas, eres reconocedora de todas las mujeres, honras tus linajes, eres el Gran Espíritu manifestado. Eres mujer.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

El arte del Superior

Érase una vez, un cuento que nunca se escribió. Era el más mágico relato, de sofisticadas palabras, escritas con anciana caligrafía, trazada con la estela que titilaba en el firmamento. Nunca nadie lo leyó, puesto que era un lenguaje mucho más sencillo y directo de lo que la humanidad era capaz de comprender. La mano superior que trazó aquella obra, esperaba con enfermizas ansias que naciera alguien con tanta inocencia como para comprender aquel arte, siempre paciente.
Aun habiendo pasado miles de millones de años, los únicos lectores que intentaron descifrar aquel dilema, tan solo lograban cubrirlo de otros miles de dilemas más, escondiéndolo detrás de complejas definiciones científicas que solo ocasionaban más y más dudas. Así fue como, con el pasar del tiempo terrestre, el ser humano se olvidó de la simplicidad de una estrella brillando y su majestuosidad.

domingo, 27 de octubre de 2013

Donde la divinidad y la ciencia se toman de la mano

A fin de cuenta y como somos humanos, está en nuestra esencia ser inconformes, de modo que, tras tantas teorías, siempre nos conformamos con una para luego de mucho tiempo, volver a modificarla. Y como yo también soy humana, una vez más me puse la túnica del clásico filósofo del 400 - 300 a.C, y volví a revivir este tema maravilloso que a todos apasiona; tema que, como quien dice, "desde cierto punto de vista, es una eterna guerra entre lo que se cree, y lo que se sabe".

Observemos un ejemplo sencillo, previo a la idea principal:
¿Qué puede ocasionarte angustia? ¿Te has hecho esa pregunta? La angustia es ocasionada por factores energéticos, emocionales. De modo que podemos afirmar que, ciertamente, la angustia es una "enfermedad energética". Y a su vez, la angustia, a nivel físico, ocasiona dolores de cabeza, así como el estrés (dolor energético) ocasiona dolores de espalda, de la misma manera que esta clase de enfermedades energéticas se transforman en cáncer que ataca algún órgano. Frenemos a revisar entonces qué fue exactamente lo que ocurrió ahí. Una angustia te trajo dolor de cabeza, es decir, algo que era energía pasó inesperadamente a reaccionar en el plano físico.

De energía, a materia.

Entonces, yendo al punto, ¿qué ocurrió en un principio? ¿A quién le damos la razón, a la ciencia o a la creencia divina? ¿Por qué las pongo como si fueran algo separado, haciéndolas quedar como contrarias? 
La teoría científica más nombrada y renombrada, es la del big-bang, que explica cómo en un principio, se encontraban partículas concentradas en medio de un pequeño espacio, y se comprimieron tanto que explotaron, dandorigen al Universo. Mas las preguntas muy momentáneas que todos se hacen sin saber responder, o probablemente sin atreverse a cuestionar a la ciencia es, ¿qué había antes de aquellas partículas? ¿Cómo apareció esa "nada" en la que las partículas se encontraban? ¿Qué era realmente esa nada? ¿Cómo llegaron ahí esas partículas? ¿Qué las movió? Lamentablemente, el humano va a vivir eternamente enfrascado en esa duda quizás científica, quizás filosófica, ya que cada objeto físico, cada partícula, cada molécula, tiene un antes. Todo lo que es materia, viene de alguna otra cosa, que también es materia. Así como una silla viene de la madera, la madera viene del árbol, el árbol de una semilla plantada en tierra fértil y muchos más eslabones que vienen detrás.
Así dentro de unos años quizás salga una nueva teoría científica que explique qué había antes de las moléculas que originaron el big-bang. Pero el hombre volverá a preguntarse, ¿y antes de eso, qué, cómo y por qué? Por lo tanto muchos años después seguirán saliendo teorías, pero la mente humana vivirá buscándole más y más por qués, puesto que tras cada respuesta, vienen más preguntas.

De tal modo que la teoría divina, suena mucho menos destartalada que la científica, tal que esta afirma la existencia de algo eterno, que es pura esencia, que siempre estuvo y que siempre está, a lo que, solo por ponerle un nombre, podemos llamar Dios.
Es ahí el punto exacto en el que descubrimos que la ciencia y la religión llegaron tomadas de la mano, mucho antes de que evolucionen miles de teorías y nosotros mismos las separemos
Nunca vamos a llegar a ningún lado, si seguimos buscando más atrás de las moléculas, y más atrás de aquello, y más y más atrás, puesto que ahí ocurrió lo mismo que con la angustia; algo energético se convirtió en materia. Una energía alimentada, se convirtió en las primeras moléculas.
Por eso hoy día, millones de personas estamos aprendiendo a manejar ese poder de "alimentación" de la energía, aprendiendo a traer nuestro pensamiento al plano físico, y en eso consta el proceso creativo que vivimos día a día, a veces inconscientemente de que ocurre, de que todo lo que está es creación nuestra. En eso se basa la profundidad de la frase "Crea tu propia realidad", y ese es el origen de todo este juego de vida y de mente humana, eternamente inconforme.

viernes, 9 de agosto de 2013

Odio a los hombres

¿Aquí habitaba yo, cuando en mi cabeza no cabían más preocupaciones? Sí, por aquí solía derramar yo mis pensamientos, dejándolos que fluyan por una vez sin miedo al "Qué dirán". Esta es mi cueva, el cofre de mis lágrimas, caja musical de mis risas, y el estuche de las alas que utilizo para volar por el cielo con los ojos abiertos, un lápiz en la mano y un cuaderno sobre las piernas.
Puesto que siempre escribo excusándome y escondiéndome detrás de distintos nombres como Nahir, Nirvana, Lucerito, Rosa, Gina, Soledad, Annie, y tantas otras que solo conocerán quienes hayan seguido hasta ahora la publicación de mis anteriores entradas, hoy me toca quitarme la máscara, y voy a escribir como yo misma, Sabrina, la ama y señora de todas aquellas historias, y todas esas hermosas señoritas a las que dí vida con un lápiz y un papel, identificándolas en detalles conmigo misma, mas nunca en totalidad. Hoy me toca hablar libremente, ser fría, ser cruel a mi manera, ponerme mi armadura literaria y batallar contra todo lo que me está pasando.


Nota importante: Esta es otra entrada de descarga personal. Si no te interesa saber sobre los problemas que agobian la mente de esta reina, expuestos en forma de relato, puedes salir de mi palacio por la entrada principal.
(Sí, cada tanto necesito parecer una persona de autoestima alta).


Tras haber pasado una semana de mucho gris y tormento, finalmente he decidido descargar mis penas con aquel oído y voz de experiencia, con mi hermana mayor cósmica, mi amiga en el canto, en el baile, en las risas y en la contención de mis tristezas. Ella no entendía cómo una pequeña reina (pero grande, en el mundo que ella misma creó a base de letras) había llegado a su casa de una hermosa salida con el prototipo de hombre perfecto, y sin haber pasado más de 15 minutos, terminar en su cama llorando. ¿Qué pudo haber pasado a lo largo (¿o corto?) de 15 minutos? Preferí entonces por una vez, depositarlo todo en alguien en quien yo creo puedo confiar (y no me equivoqué).
Habiendo terminado el relato, mi buena amiga me dijo algo que me sonó ilógico a la primera vez. Dijo que solo creara al hombre que yo siento que quiero. ¿Crearlo? ¿Tan fácil lo hace sonar? Y sí, tan fácil lo vi también cuando me contó su manera de crearlo. Escribiéndolo.
Yo he sido capaz de crear tantas vidas... Lucero, Nahir, Nirvana, David, Gustavo, Rosa, entre muchos otros... ¿Por qué no podría crear exactamente de la misma manera, aquello que yo quiero? Pues sinceramente creo que le haré caso.
Hombre perfecto, hombre perfecto... ¿Qué querré decir yo por hombre perfecto? En términos globales, la perfección es subjetiva. Pero no hablo por el resto del mundo, hablo por mí. ¿Mi hombre perfecto? Qué tarea, qué responsabilidad... Me toca crear algo demasiado bueno para mí. Siento que no merezco tal honor... Pero después de todo, estas son mis letras, todo esto es mi creación. ¡Qué impresionante, me estoy dando el gusto de complacer mi mente con fantasías maravillosas! Jamás hice algo igual. Ya he dicho que hice cosas mejores, excusándome bajo los nombres de mis personajes.
Pero en fin, veamos, hombre perfecto de Sabrina podría llamarse a aquel que primeramente comparta mis ideales, o que mínimamente los entienda y los respete. Claro, todas queremos eso. Al menos todas aquellas que somos orgullosamente pensantes y tenemos ideales que deban respetarse. Claro me encantaría que comparta mi amor por el arte en general. ¿Algo maravilloso? Que me enseñe, me ayude a culturizarme. No me gusta ser tratada por estúpida, no soy ninguna imbécil. Que procure tener eso siempre presente. No me gusta lo despectivo, ni que se crea mejor o peor que nadie/nada. 
Que sea conversador, que no corte la charla si no es por compartirme un beso. No me gustaría que fuera cerrado, ni que su actitud me haga ser cerrada con él. No quiero vergüenza, quiero un "amigo con derechos", pero de aquellos que no te hacen sufrir. Ni me gustan las formalidades, ni mucho menos las cuchiscidades (como yo las llamo), quiero ser molestada, fastidiada, quiero tener con quién reírme en serio, no de manera forzada o por educación. Quiero desear y sentirme deseada. Quiero que no consuele mis tristezas, sino que las tome y las transforme en risas hábilmente y sin faltar el respeto.
Vamos a hablar un poco más por lo profundo... Quiero ser llevada al límite de los deseos pecaminosos, quiero encontrarme en una situación carnal y sin miedo. Siendo tentada, y poder tentar, sabiendo que al día siguiente no me mirará mal. ¿Mal? ¿A qué creen que me refiera con "mal"? Esa pequeña palabra, señala el hecho de ser vista con otros ojos, como si yo hubiese perdido la inocencia de un día para el otro. No quiero vivir en un rojo constante.
¿Adulaciones? No me agradan. Me tocará hablar ahora un poco más por lo egocéntrica y soñadora de mi ser. No es que el físico supere la esencia, jamás lo hizo y jamás lo hará. No es que esto que vaya a mencionar sea esencial, y sin embargo, son grandes e importantes detalles (para mí misma, jajá).
Quiero poder tocarle el pelo largo y jugar con su barba. Quiero hablar de música, quiero arreglar siempre el próximo "¿Cuándo nos reunimos a tocar algo?", "¿Qué me vas a cantar ahora?". Sí, sí, quiero que sea guitarrista, seré sincera y directa. También sería precioso que fuera más alto que yo, para sentirme siempre protegida en alguien... O casi. También vendría bien que tarde o temprano me permita enfrentarme sola a lo que venga.
No quiero ser celosa, no quiero ser celada, no quiero tener motivos para desconfiar, ni que se desconfíe de mí.
(Si digo que no quiero ser celada, no me crean del todo. A todas nos gusta que nos celen un poco).
¿Se entiende el equilibro con el que sueño?

Ahora vamos a la parte más personal, al relato que surge de todo eso. (Si gustas, puedes dejar la lectura hasta aquí. Estás a tiempo de cerrar esta entrada).
Todo, o casi todo lo más esencial de mis sueños, hubo alguien que lo tuvo. Sí existió en mi vida aquella persona que me quería tanto como para cambiar algunas cosas, y otras no. Que me mantenía siempre activa, sorprendida, sintiéndome querida, sin sentir que vivo una relación cursi. Desgraciadamente todos conocemos aquel hecho que me marcó la vida, el pasar de un país a otro sin tener el menor ánimo de hacerlo. Poco a poco traté de olvidarlo, y pasé dos años en ese trabajo sin lograr llegar a nada más que lágrimas y una frustración que hoy día sigue vaciándose en cada palabra que escribo.
¿Saben qué es aun peor que eso? Que tras un año entero de esquivar tantas oportunidades, y tantos otros pretendientes, con intención de no volver a ser lastimada, llegara un único idiota que por fin logró empujar mi nostalgia, para él ocupar aquel preciado puesto de importancia que la misma tenía. 
Esta vez no me voy a preocupar por disimular, ya que ya hablé toda la verdad. Cada "personaje" de este relato sabe de quién hablo. Traté de ser paciente; otro gran error mío. Ser sincera es un error del que me arrepiento a veces... A veces no. A veces con el humilde es más fácil jugar.
Maravilloso parecía en el momento, parecía que nuevamente iba a poder empezar de nuevo. Mas al día siguiente, toda la magia de una noche pareció esfumarse por completo. Yo no me animaba a hablar los "sentimientos encontrados" de aquel día, pero sin embargo, ¿qué? ¿A quién iba a importarle? ¿A él? Por favor...
Pasé un tiempo viendo que sabía que nada iba a avanzar ni a retroceder. Intentaba pensar en otra cosa. Lo logré, mas todo mi esfuerzo volvió a irse por la basura en un segundo encuentro inesperado y no planeado, del cual solo resultó lo mismo: más distanciamiento.
Tras un año más tarde de haber peleado contra el fantasma de los recuerdos, el ánima de los arrepentimientos, y tantos otros, que solo me recordaban que yo tuve un amor perfecto que se arruinó por el cambio de país... finalmente volví a sentirme sola. Y no era que no tuviese pretendientes. Solo me cansaba de esquivar idiotas que no me parecían lo suficientemente parecidos a él, al primero. Mas al entender que me encontraba totalmente en soledad, y habiéndome mentido hábilmente a mí misma en un "Ya te olvidaste de él, y él de ti", tomé mi dignidad y quedé en salir con un chico con el que había empezado a hablar. Él era el paradigma de hombre con el que todas quieren estar, artista, músico, estudiante de idiomas y amante de otras culturas, hablándome de historia del arte, las etapas culturales, mitos griegos, que discutía conmigo sobre política, religión, la cultura hindú, las clases de incienso, etc. Por supuesto, yo estaba caminando a paso sumamente decidido hacia él. Teníamos la salida planeada hacía una semana ya.
Tres días antes del encuentro, peleé con ella, con mi mejor amiga. No podía venir a consolarme ni mi mejor amigo, (quien por cierto no me habla ya), ni mis hermanos, ni nadie, no. Tenía que venir a consolarme el imbécil. ¿Por qué? ¿Tiene un detector de buenos momentos para arruinar? ¿Será parte de sus actividades de ocio? (Voy a ser sincera, en realidad yo estaba feliz de que fuera él... Qué ilusa soy). Claramente me dejé hablar por él, llevar por la conversación que pasó de mis problemas a "mis problemas con él". En un momento dado de la charla, solté la verdad. Supongo que él se dio cuenta a qué verdad me estoy refiriendo ahora. No creo que tras sus actitudes, haya pasado tanto tiempo realmente sin saber quién me gusta y quién no.
Durante dos noches seguidas de ilusión renacida, dormí en paz, quizás feliz, algo confundida, y con un puñal cerca que no me fue clavado sino hasta el tercer día, en que me dí cuenta de que su mirada no decía otra cosa que "Súbete la camisa". Traté incluso de ser lo más directa posible en cuanto a lo que yo en realidad sentía, pero nada. Ni siquiera una pizca de piedad. Ni demostraba culpa o arrepentimiento, los hombres son seres extraños. Yo en su lugar no habría dormido. 
Ya con el puñal adentro, no me quedó otra que tomar los pedazos caídos de mi alma, pegarlos torpemente, secarlo de lágrimas, maquillarle un poco los ojos y tratar de que luzca lo más digno posible para salir con el chico al que iba a conocer.
Admito que la idea no me entusiasmaba. Al conocer a Mr. Perfecto, me encontré con un total caballero, de linda sonrisa, conversador, y sí, tal como esperé, un sueño de persona. Pero yo andaba abrumada, triste e insegura. Nada de eso vio él durante nuestra salida, solo encontró mi lado culto y conversador. Nuestra charla fluía sin silencios incómodos. Llegué a mi casa feliz, en paz conmigo, acosada por las preguntas de mis padres. Ignoré todo y subí a prender mi "cacharro infernal" (recordando a la amiga Anastasia Steele de 50SDG). Ahí estaba el imbécil, y de ver su nombre en verde sencillamente caí en la tristeza una vez más.
Había sido una larga semana, complicada. Mi único consuelo era que al día siguiente, uno de mis amigos de confianza iba a pasar el fin de semana conmigo. Ahí iba a relajarme y desestresarme. Pero sin embargo, él también dio por contribuir en la semana "Lastimemos a Sabrina", cancelando su visita por segunda vez. Quería matarme. O matarlo. O matarlos.
Podría ignorar las memorias del imbécil y quedarme con Mr. Perfecto, ¿pero sería lo que quiero realmente? ¿Besar a uno mientras pienso en otro? O quizás estoy a tiempo de ignorar a Mr. Perfecto para seguir sufriendo por el imbécil en silencio, pero con la consciencia tranquila y honesta, y así quedarme con absolutamente nada, y seguir aguantando mi soledad.


Al amor del recuerdo:
Sí, creo que ves que te necesito. Todavía te recuerdo, eres un profesional para empujar lágrimas, aun a distancia y sin que nos hablemos. Si te tuviera cerca nada de esto estaría pasando y los dos felices, como siempre fuimos cuando estábamos cerca. Añoro con tristeza que seas tan perfecto, y lamento a gritos mudos el seguir luchando por encontrar alguien que se te parezca siquiera. Te odio, te amo, te extraño, y te vuelvo a odiar, sin dejar de quererte.

Al imbécil:
Ni gran cosa que pueda decirte. Eres menos tonto que yo. Supongo que te diste cuenta de todo esto hacía ya mucho tiempo. La pregunta sería, ¿por qué seguiste el juego sabiendo que iba a acabar en nada? Creo que lo divertido de toda esta amargura, es que tú jamás te diste cuenta de las dudas que yo estuve atravesando por tu culpa. Yo lloraba por un lado y tú vivías en paz por otro.

A Mr. Perfecto:
Perdón. Tú no tienes culpa de nada, y creo que lo único que odio de verdad en ti, es que no hayas llegado antes para yo no volver a caer en la duda, aparte de tu hermosa tendencia a ser ladrón.

Podría decir que doy por finalizado este escrito de dos días de redacción, en donde costó encontrar palabras para no lastimar en ciertos casos, otras para lastimar mucho, otras para volverlo todo un simple pedazo más de escrito con poca importancia para el mundo, pero mucha importancia para esta reina creadora. Quién te dice que no siga creando más adelante en base a mí misma...



Nota: ¿Se han dado cuenta, por cierto, de que jamás he escrito sobre un personaje hombre? Es porque necesito mujeres que siempre tengan algo de su creadora, yo misma.

lunes, 20 de mayo de 2013

El holocausto


Nada se sabe de ellos. Nunca llegaron a unirse en sagrado matrimonio, ni se conocían detalles de su relación. Era extraño, no se sabía cuánto tiempo llevaban juntos. Pero estaban juntos cuando yo nací... También cuando nacieron mis padres. Incluso cuando mis difuntos abuelos nacieron. Eran como inmortales, eternos. Un amor misterioso, tanto así que provocaba cierta sensación de peligro, a tal punto que nadie se atrevía a indagar en ellos y sus rarezas.
Ella era un aveluz y él un fenix en eterno renacer. Cuentan las harpías del bosque que se incendió, que los habían visto por última vez la misma noche del holocausto. Era una noche normal y aun quedaban las hadas de la noche cerrando flores, rociando hojas y durmiendo criaturas. Entonces los vieron pasar, saltando troncos, pisando charcos, sin miedo ni asco. Iban descalzos, con poca ropa y agarrados de las manos. Ambos estaban envueltos en un halo de luces coloridas, como convertidos en dos estrellas terrestres que iban levitando sobre el suelo. Caminaron y caminaron, y no se sabe qué tan lejos llegaron, pues las harpías que los seguían, los perdieron de vista, y de las dos que continuaron, nada se sabe. Se cree que murieron en el incendio.
Los árboles tienen una indigna fama de mentirosos, y sin embargo afirman con toda seguridad haberlo visto todo, desde la desaparición de los enamorados hasta el inicio del infierno en que se sumió el bosque. Siendo así, acusan a los enamorados de ser los causantes del incendio. Todo habría empezado por un roce, una caricia, un beso, un susurro. Manos iban y venían, y los besos no se detenían. Vivían en un eterno frenesí, el ataque de la pasión, el juego de las pieles. Por ahí comenzó a sentirse el inmenso calor en todo el bosque, pues la esencia todo lo inundaba. Era la piel de uno ardiendo bajo la del otro. Cuando se introdujeron el uno en el otro, un susurro despertó una chispa. El calor seguía aumentando y las chispas continuaban brotando por todos lados. Pronto una llama pequeña atrapó plantas, árboles, cubrió las rocas y fue alcanzando todos los rincones. Muchos seres escaparon, otros abandonaron la vida y partieron a lugares mejores, seguros.

De los amantes jamás hubo noticias. Tampoco de las harpías curiosas, los alkonost no saben nada. La historia contada por los árboles recorre los rincones del mundo como un mito sin develar. 

domingo, 5 de mayo de 2013

Paredes

Nosotras estamos destinadas a esto. Somos construidas y creadas siempre de la misma forma; nos hacen altas, rectas, largas, firmes, lisas. No nos podemos quejar, pues ni boca, voz o corazón poseemos. Esta es nuestra condena, nuestro servicio, el estar por siempre de pie, observando por un lado el mundo que nos rodea, tan cerca y tan lejos, y por el otro lado escuchar aquello que nadie más escucha. Lo sentimos todo, queramos o no. No tenemos elección. Admiramos la belleza del exterior sin siquiera poder dar un paso hacia ella. No respiramos el frescor del aire, no dirigimos la mirada al cielo, y sin embargo, protegemos a los seres que no desean hacerlo, aun teniendo la posibilidad. Así y todo, todos se esconden tras nosotras. El ser humano se oculta en nuestro interior, para que lo protejamos del calor, del frío, de la nieve, de la lluvia, de modo tal que protegemos las posesiones del hombre, resignadas a la rígida tarea que nos toca. Mas sin embargo, nos entregamos con amor a la noble función que se nos asigna, pues para eso las materialistas manos humanas nos traen a este mundo.

martes, 23 de abril de 2013

"Rosas Blancas"


Realmente no sé cómo empezar, puesto que se extinguió de mi memoria todo lo que pasó antes de verla. Solo sé que estaba dialogando con un amigo en mi habitación. Mi mamá no estaba en casa. Solo yo, mi amigo y una muy amplia conversación nada interesante.
Mis recuerdos comienzan en el instante en que escuché el timbre sonar. Le dije a mi amigo que esperara ahí y yo bajé las escaleras sintiéndome, por alguna razón, más blanco por dentro que nunca. Salí al garage; el perro estorbaba pero pronto se alejó. Abrí la puerta de entrada en el gran portón negro, para encontrarme con nada fuera de lo normal en la calle. No había nada extraño en lo que a lo físico se refiere, pero no lograba explicarme aquel extraño pero dulce y placentero aroma a rosas, uno que no sentía desde hacían ya dos años, desde la última vez que la vi a ella. Preguntándome quién habría tocado el timbre, estuve cerca de cerrar la puerta, hasta que me llamó la atención el repentino silencio en que se sumió todo. Pronto me asusté al observar cómo del cielo caían destellos luminosos rosados. El olor a rosas se intensificó. 
En ese momento, tenía miedo pero la curiosidad podía más, al ver una pequeña ráfaga de viento que levantaba una nube de polvo blanco en la que se fue moldeando una figura femenina, de piernas maravillosas, firmes y un cuerpo que ya conocía de algún lado. Tenía sandalias y las uñas de los pies pintadas de blanco. Se fue formando la cadera, cintura, los hermosos pechos. El cuello, así como las piernas, parecían hechas del más fino y exquisito marfil pulido. El pelo le cruzaba rebelde de un lado al otro como un torrente que caía detrás de la espalda, sobre sus hombros, y bailaba al compás del viento. Era como ver una aparición fantasma, pero tan pura y hermosa que costaba temerle. En su cara aparecieron los labios rosados, nariz redondeada y los ojos profundamente castaños. Entonces la reconocí, cubierta por un halo. 
Se esfumó el polvo que la esculpía. El perfume silvestre se mantuvo. Quizás le tuve algo de miedo, pues se lucía tan majestuosa y yo tan pequeño, que quizás haya querido aparecer ahí para vengarse de todo el mal que le hice. Pero sus ojos no mostraban la menor fibra de odio. Se veía como un hada mágica, creí estar soñando. 
-Hola. -me atreví a decirle. Ella levantó las cejas con su característica simpatía, asomó una sonrisa y dijo "Hola". Nos saludamos de mejilla. Al tocar la suya, sentí una frescura agradable, y para cuando me dí cuenta, estaba congelado, inmóvil, inclinado hacia adelante. Ella me observaba, memorizando los detalles de mi cara, aprovechaba el instante. Sentí pánico, pensé que se aprovecharía de mi inmovilidad y me lastimaría. Sin embargo, no. Acarició mi pelo, jugó con él a su gusto y me acariciaba la cara, tal y como lo hacía cuando yo me acostaba en sus piernas buscando mimos. Me tocó los labios con la yema de los dedos. Sentí una vez más el antigüo deseo que le tenía a su piel suave, le quise besar los dedos, pero yo estaba completamente congelado. Acercó su cara, me respiró cerca del cuello. El sudor corría por mi cara con desespero, la deseaba tanto... Entonces la sentí respirando frente a mí. Pronto sus labios se posaron en los míos. Sentí el sonido de un arpa cantando. Entonces alejó los labios y volvió a mirarme. Pero ella sentía el mismo calor que yo por dentro. No resistió a volver a besarme, con esos besos que solo ella sabe dar, tan delicados, sentidos. Fue un instante que duró una eternidad mientras ocurría, y lo que dura una respiración cuando intento recordarlo. Aun tengo grabada en mi memoria su apariencia radiante, gloriosa, infinita, inmensa.
Finalizó el beso con otro beso en la mejilla. Ella sacó un abanico rosado a flores, se abanicó un momento, y al guardarlo, comenzó a soplar una bella brisa veraniega. Acto seguido, me dí cuenta de que jamás estuve congelado. No sé qué me ocurrió mientras la veía deshacerse y caer al piso en forma de polvos rosados y blancos. El aroma a flores silvestres no se fue. iré a todos lados, no había rastro de ella. Simplemente me resigné a recoger del suelo de la vereda, aquel montón de polvo y hojas secas de oro que tenían encima una rosa blanca con tres espinas.



-Old White Rose